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América-termina Nixon-han colocado esta creencia religiosa bajo la san– ción del derecho civil.» Corre entre las gentes de este país esta sucinta profesión de fe, recom– puesta con palabras del presidente Lincoln, patriarca mental y moral de la República: Creo que el pueblo de los Estados Unidos, en la forma elegida por la conciencia de cada uno, ha de rendir el homenaje debido a la Divina Majestad por las cosas maravillosas que ha ejecutado por medio de la nación. Creo en su verdad y justicia eternas. Creo que la voluntad de Dios prevalece. Sin El toda seguridad humana es vana. Sin la asistencia de este Ser divino no puede triunfar; con su ayuda, no puede fracasar. Creo que yo soy un humilde instrumento en las manos del Padre Celestial. Deseo que todos mis empresas y acciones concuerden con su voluntad. Y porque ello es así, doy gracias al Todopoderoso y busco su ayuda. La estatua de Lincoln, dura y limpia, ha esculpido el «sueño» más alto y más próximo. En cierto modo, la imagen espiritual de este pueblo es Lin– coln, de carne y hueso, su presidente vitalicio, y el práctico de este puerto universal de Nueva York, donde la diosa Libertad, de metal y cemento, in– vita: «Yo levanto mi antorcha ante las puertas doradas.» DEMOCRACIA CARISMA TICA Si el «sueño» de las fes es «visión en espejo,» el argenteo «sueño» de la democracia, aún la «carismática» yanqui, adolece de ser inasequible. La modesta y paradójica chispa de que la democracia es el peor sistema de gobierno, descontados los demás, se verifica humoristicamente en este país. Con ello se afirma una humildad relativa y se elimina la fantasía de la perfección en la política y gobernación de los hombres. He aquí algunas ideas del historiador Daniel J. Boorstin en Democracy and its Discontents: La falacia popular más peligrosa, alimentada por la historia americana y por algunos de nuestros más elocuentes y volubles patriotas, es la noción de que la democracia es «alcanzable.» Hay una sutil diferencia entre la sociedad democrática americana y otras muchas anteriores acerca del terna de hasta dónde sus ideales son asequibles. Otras sociedades tienen, en su mayor parte, objetivos definidos y viables. La aristocracia y la monarquía realizan ideales logrables. Incluso el totalitarismo presenta proyectos alcanzables en algunas direcciones en las que los objetivos de la democracia no pueden existir. Esta nación ha 151

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