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deductiva e inductiva y de la conducta humana. Por estos rumbos camina el «sueño americano» y sirve de modelo al mundo. En realidad, los buenos americanos, mujeres y hombres, lo que sueñan de niños y sobre todo de adultos es tener y manejar una «máquina,» cuanto más juguete y sofisticada mejor. Con referencia al teatro, Eddie Cantor nos traslada al Palace del mun- do con el drama nada menos que del «melting pot» (orisol de razas): Toda mi vida oigo hablar del «melting pot» de América. Yo digo que no hay tal-que no lo es-y espero que nunca lo sea. Un «melting pot» no tiene otro propósito que disolver las diferen– cias. Hace todas las cosas iguales. Eso no es América. Más bien pienso de nosotros en términos de teatro. El «Palace» del mun– do. En él cualquier acción es bienvenida, si ayuda al todo del espectáculo. Es ahí donde se reconoce la variedad, no como sal de la vida sino como la vida misma. La futurología tiene su tendón de Aquiles. Sus computadoras, al fin y al cabo maravilloso fruto de la inteligencia humana, son falibles y hasta capaces de algo parecido a la incongruencia y a la rebeldía. Estas má– quinas-fantasía, artesanía y racionabilidad del hombre-siguen pro– fetizando, a su modo, la perdurabilidad de aquellas dos realidades que Lamennais contemplaba subsistentes en cualquier futuro: Dios y Libertad. Habría otra realidad, la que es el lado más razonable, humanístico y teológico de la Futurología: nuestra inmortalidad. A finales del siglo pasado. Renán se lamentaba de no poder estudiar el bachillerato del año 2000. Muchos niños y jóvenes de hoy lo estarán en– tonces enseñando en los liceos. Entre sus disciplinas probablemente figurarán los datos, ya rutinarios, de la actual futurología. «Lo que pasa es que la actualidad suele comenzar en los Estados Unidos» (Julían Marías). Los americanos son un poco nosotros «soñados» el día de mañana. Entretanto, acostumbramos despedir el año y saludar al que viene con el «¡Hurra!» futurista de un libro de la Biblia, el Apocalipsis que bien pudiera considerarse un difícil manual de Futurología: «Dámoste gracias, Señor, Dios todopoderoso, el que es, el que era, porque has cobrado tu gran poder y entrado en posesión de tu Reino.» (11, 15) EL ESPJRITU DE NJXON No tiene nada de irónico el hecho de que el único presidente dimitido de Estados Unidos haya sido uno de los más formales proclamadores del sueño americano. Es humano y fatal. Las tragedias sórdidas buscan las alturas de los grandes ideales. Por entonces hasta en las barberías y cafetines, donde el café cubano, el tabaco, el agua fría y la charla son ya rito 147

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