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7 WASHINGTON Metrópoli -Gentes -Coloquio de prensa. Década sesenta -España y su Iglesia: tópicos -Religiosas universitarias -Divagaciones de trenes METROPOLI Mientras Nueva York es ciudad de espectáculo, de ritmo, de medios de comunicación, de vida interior y exterior, disparada y vibrante, Washington se enriquece de majestad contenida y fondos trascendentes, de proyecciones universales y modélicos, a su manera, urbi et orbi. Es la metrópoli, más que por sus sentidos, cerebro y corazón, por sus computadores jurídicos y estratágicos. Cuidad sosegada de museos y parques tersos, de cementerios y monumentos memorables, santuarios mixtos de culto y piedad para la reverencia. Nueva York es foro y ágora del mundo; y Washington es el Capitolio, la Acrópolis de todo aquello que girando con el sol, según la ley del curso de las civilizaciones y de los imperios, ha llegado a Estados Unidos, y ya, según pesimistas, se está yendo de su ciclo. Es demasiado augurar. Más bien uno se inclina a sugerir que la gesta de los yanquis no ha hecho crecer en América y en el mundo todo lo bueno que Estados Unidos tiene y lo que recibió de Europa. Pero junto al Obelisco, tan arduas cuestiones se estilizan y se reducen a líneas de ciprés perfecto y se desfleca en cohete astral que se durmió entre aire y tierra. Su blancura bendice a las gentes de las avenidas y paseos cer– canos, y nos instala en un perezoso y grato punto de sensibilidad hacia lo obvio y pequeño. Si esto es imaginación y poesía, es todavía más el vigor político y el humanismo que se desprenden de los mármoles merced a las palabras de sus genios tutelares: «Dios, que nos dio la vida, nos dio a la vez la libertad» (Thomas Jefferson). Y esta frase de Jorge Washington: «Es de esperar que la humanidad y la ternura hacia las mujeres y los niños distinguirán a los bravos americanos, luchando por la libertad frente a devastadores mercenarios e infames.» Al entrar en Washington hay que pensar en la información. El interés 131

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