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DOMINGO QUINTO ESA VIDA DIVINA LECTURAS: H. APOSTOLES 9,26-31 1.• S. JUAN 3-18-24 JUAN, 15, 1-8 Para comprender bien el Evangelio de este domin– go, que comienza en el primer versículo del capítu– lo XV del Evangelio, según Juan, hay que leer, por lo menos, el último versículo del capítulo XIV. Está Cristo en el Cenáculo dando las últimas recomendaciones a sus discípulos. De pronto se pone en pie y dice: "Le– vantaos y vamos de aquí". Sin duela se levantaron, abrieron la puerta y fueron a salir a la noche. Era la noche del 14 de Nisán. Luna llena. Luna oriental y plateada. Una luna a cuya luz se podía leer. Y vieron, al salir, lo que no solía faltar delante de nin– guna de las casas de Israel: La parra de la fachada. Cristo tomó pie de esta parra para descubrirles, hablan– do, según su costumbre, en alegoría, una vida extraor– dinaria, una vida divina que nos iba a ganar con su muerte. Cristo elijo: "Yo soy la vid; vosotros sois los sarmientos". Todos sabemos perfectamente que la savia que corre por el tronco de la vid, del árbol, es la misma que llega hasta la punta {lltima de las ramas. Es la que hace vivir el último ele los brotes. Por lo tanto, la mis– ma vida divina que tiene Cristo, es la que tenemos nosotros. El misterio del Cuerpo Místico, del cual tanto nos 81

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