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DOMINGO DE RAMOS ALEGRIA Y LLANTO LECTURAS: MARCOS 11,1-10 ISAIAS, 50, 4-7 FILIPENSES, 2. 6-11 MARCOS, 14, 1-15.47. 15, 1-39 La Semana Santa se abre con el pórtico del Domingo de Ramos. Una fiesta litúrgica, bulliciosa y alegre que nos recuerda aquel domingo cuando las multitudes cortaron ramas de olivos y palmas en los bosques de las afue:-as de Jerusalén y gritaban: "Viva, bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el <le nuestro Padre David. ¡Viva el Altísimo". Tal era la euforia que arrojaban sus vesti– dos al suelo para que caminase por una alfombra triunfal. Jesús se dejó llevar, pero al llegar al recodo del camino desde donde se ve Jerusalén, comenzó a llorar. No faltó el llanto en la hora de su triunfo. ¿Por qué? Porque preveía la ruina de Jerusalén. Y pienso que sobre todo, por lo mal que le habían comprendido aquellos hombres a los que tanto había predicado y a los que amaba tanto. Ellos entendían un reino tempo– ral. Varias veces quisieron hacerle rey. En la víspera 63

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