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cristianos tenemos que comenzar por ahí. El mismo se lo dijo a un doctor de la ley hinchado de jurisdicis– mo: "El que no renazca del agua y del Espíritu Santo no puede entrar en el reino de los cielos". Y en su mandato a los apóstoles al enviarles a predicar al mundo es terminante: "El que creyere y se bautice se salvará". Cristo es salvación. Pero El, que hizo todo por nuestra salvación hasta elegir un nombre que signifi– ca Salvador y pasar por un bautismo que indica pecado y purificación - cosa que El no tenía ni necesitaba - , y morir en la cruz por nuestros delitos; nos puso como condición para ser salvados recibir el sacramento del Bautismo. Hoy, en esta revisión de todo y por todos, se dis– cute mucho sobre la conveniencia o inconveniencia de conferir el bautismo a los niños. Una cuestión que es– candalizará a muchos. No vamos a entrar en el torbe– llino de las disputas, pues no hay espacio para ello. Hay argumentos para todos los gustos y para todos los pareceres. Unicamente decir que el bautismo es mucho mús serio e importante que un halón que se infla para hacerlo rodar por ahí. Y que el problema es mucho más hondo. Pues poco servirá esperar a que los niños creciesen si en los hogares no se les infunde la fe. El problema sería igual a los veinte afios que a los ,·cinte días. Si Cristo se hizo hautizar fue para enseñarnos la humildad y el respeto con que debemos tratar el bau– tismo. El Concilio Vaticano II dice: "Los fieles, incor- 43
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