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después de tantos siglos de dominaci6n árabe, los es– pañoles haya,1 salido incólumes en su fe al grito de "Santiago y cierra España". Cuando las puertas del Estrecho se cerraron sobre la unidad de España, tres carabelas saltaron sobre la espuma blanca del Océano para llevar su fe a las Espaí'ías. Sobre el Océano saltó el Apóstol Santiago para hacer que su fe, la que él donó a España, flore– ciese en América. Son innumerables las ciudades que en América llevan su nombre. Ciudades levantadas y orientadas hacia la fe del Evangelio de Cristo. Mientras, se daba otro fenómeno en la frontera norte ele nuestra Patria. Las puertas herroqueñas de los Pirineos se abrían en caminos por los cuales cruza– ban peregrinos de toda Europa, para venir a postrarse ante la tumba del santo Apóstol en Compostela. Por el camino de Santiago - llamado también el camino francés - entraban en Espaüa aires nuevos y frescos de fe cristiana y europeísta. Por el camino de Santiago -constelado ele estrellas en el cielo y ele monumentos en la tierra - entró la cultura europea en Espaüa: la lengua románica, la arquitectura, el turismo, la nueva liturgia ... Europa se acercó a España y Espaüa a Euro– pa. Se encontraron en el camino de Santiago. Hoy, sobra el grito ancestral de "Santiago y cierra España". Espafía quiere abrirse, no únicamente a Euro– pa, sino a Africa y al mundo. La política actual es de mano tendida y generosamente abierta a todos los que quieren cooperar con nosotros. Cerrarse hoy al mundo sería suicidarse. Espaüa ha abierto todos los caminos. 225

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