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SAN PEDRO EL SINO DE PEDRO LECTURAS: H, APOSTOLES 12,1-11; L• TIMOTEO 4,6-8;17-18 MATEO 16,13-19 El sino de Pedro quedó marcado para siempre cuando su hermano Andrés llegó jadeante hasta él para decirle: ''Hemos hallado al J\lesías". Simón, así se lla– maha antes, lo dejó todo. La noticia era demasiado grande como para entretenerse en minucias. Al Mesías hacía siglos qne lo anunciaban por las tierras de Israel, de cara al cielo, todos los profetas. Y resultaba que había aterrizado ya en la "Tierra Santa", y él sin sa– berlo. Llegó y vio ... Vio unos ojos posados sobre los suyos. Unos ojos que le perforaban el alma, que le estaban leyendo, como sobre un libro transparente, todo su destino. Bajó Pedro los ojos, porque aquella mirada tenía honduras infinitas, y oyó que le era dicho: "Tú eres Simón, hijo ele Juan. Tú serás llamado Pedro". El ya no pudo más. Desanduvo el camino, Se acer– caba la noche, la hora propicia de los pescadores, y él tenía la vocación del mar. Pero las redes parecía que se Ie enredaban entre los dedos al lanzarlas sobre la plata oscura de las olas. Y entre el silbar del viento, el golpear de las olas y los remos resonaban aquellas palabras misteriosas: "Tú serás llamado Pedro". 221

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