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un "Ecce Horno" a cuyo fondo yacía la estatua de una mujer lforo~a, preguntó: -¿Quién es esta? -Esta es Claudia Prócula, que tuvo un sueño sobre Cristo y quiso convencer a su esposo Pondo Pilato para que le l Q '"l b ,,, d .. so tase... - ue üesa ona , por poco nos eJa sm Semana Santa esa Prócula ... Si no fuera un triste índi– ce de ignorancia sería un chiste . .Más penoso puede ser que nosotros olvidándonos de todo lo que significa la Navidad, que se abre cual puerta mágica llena de alegría merced al "fiat'' de la Virgen, la convirtiéramos en la Navidad del turrón, del pan> o ele la lúgubre borrachera de tintorro si el sueldo no da para más. Sería muy triste que los cris– tianos, con veinte siglos de Salvación a la espalda, ha– gamos consistir toda nuestra Navidad en eso. Da pena. Y miedo ... porque el amhiente ayuda poco. No obstante, el ambiente lo podemos hacer entre todos. Y si tú, yo y los otros tratamos de lograr una Navidad más auténticamente cristiana, quizá lo consi– gamos. Pues el "slogan" dice: "Cristo y yo, mayoría absoluta". Y Cristo vuelve a naver litúrgicamente para ser el Salvador ele todos y de todo. Y si una palabra diminuta y divina de la Virgen removió el mundo, ¿por qué nuestra decisión no puede remover nuestra alma, nuestra familia, nuestra parroquia? Si cada cual en– cendiese un farolillo de fe en sí mismo habría más fe hasta en las calles iluminadas. 19