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tendría por nombre Jesús y sería el Salvador del mundo; ser Ella, "bienaventurada por todas las generaciones y bendita entre todas las mujeres". Gozar ... sufrir. Sufrir muf'ho y cambiar los quicios del mundo. Y todo de– pendía de una sola palabra. Del ~í o cld no de aquella muchacha nazarena que tendría unos diecisiete años. El Arcángel, Dios, todos estaban esperando la respues– ta. Nada se pondría en marcha hasta que la palabra no fuera pronunciada. Dios es así: puede hacerlo ava– sallando y respeta la libertad de los hombres hasta para hacerles bien. Dios sabía cómo ihan a ser las cosas, pero no quiso quemar etapas. Quiso que las cosas fuesen hechas como debían ser hechas. El "fíat" ele la Virgen fue la palabra mágica. Pienso que por todo ello la liturgia pone en el pórtico de la Navidad este Evangelio que contrasta con las lecturas de los anteriores y la figura austera de Juan el Bautista. La dulce Virgen 1-faría viene a poner su gotita de ternura femenina en todo ello. Es ese "eterno femenino" que tanto bien hace a los hom– bres. La frase de un moderno novelista: "Todo hombre se salva por una mujer", la había escrito muchos siglos antes S. Bernardo. Y en otros términos S. Pablo. La Virgen María, Madre del Salvador, es nuestra salvadora. Podemos, después de este domingo, pasar a celebrar alegremente la Navichd. La r:alahra de h Virgen -sí breve e inmenso- ha obrado a modo de llave mágica para abrirnos los tesoros de la Redención. Hace poco contaba Pemán que una devota anda– luza, fanática de su Semana Santa, al encontrarse con 18

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