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Ante la extrañeza de los discípulos continu6: - "Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios". Y, sin embargo ... "Lo que es imposible para los hombres no lo es para Dios. Dios lo puede todo". ¿,Cuál hubiera sido el destino futuro de aquel joven de haber seguido a Cristo? Sin duda, hoy se le conocería en todo el mundo, se le invocaría como santo por todos, sería -quizá- el patrono de los j6venes ricos que quisieran ganar la tierra sin perder el cielo. Ahora desconocemos hasta su nombre, ni la historia profana lo mienta para nada. Aferrado a su dinero fue, en realidad, muy poco ambicioso. Unicamente nos hizo, indirectamente, el favor de hacer pronunciar a Cristo la célebre frase sobre la dificultad de los ricos para salvarse. Una dificultad que existe hoy. Porque el "podero– so caballero" galopa triunfante por la vida, pero tiene que detemerse, frenar su marcha, quizá darse media vuelta para siempre ante esa puerta que es, simb6lica– mente, tan difícil de pasar como a un camello el hond6n de una aguja. Se ha dicho muy bien que el dinero es una llave de oro capaz de abrir todas las puer– tas, menos la puerta del cielo. Y sería una pena que los hombres, acostumbrados a que todas las puertas se les ahran, se queden sorprendidos de que la i'lltima puerta, la más importante, la que marca la frontera entre la vida terrena y la eterna, se les cierre para siempre. 19:3
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