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DOMINGO VEINTISIETE EL DI V O R C I O LECTURAS: GENESIS 2, 18-24 HEBREOS 2, 9-11 MARCOS, 10, 2-15 El problema del divorcio no es de hoy, aum1ue hoy haya mús medios para airearlo por el mundo. Es tan antiguo como las apetencias de los hombres y el egoismo de los humanos. Porque el divorcio no tenía partida doble, sino una única dirección: Era sólo a la mujer a la que se le daha libelo ele repudio. El hombre, tan pancho. A pesar ele la tan cacareada igualdad entre hom– bre y mujer, y la promoción de la mujer, el problema sigue en pie. Y cuando los diputados disputan en los parlamentos sobre el asunto piensan, sobre todo, en cómo plantearle esta papeleta a la mujer. Es un pen– samiento antiguo: "El divorcio sc>ría una cosa inútil si el día del casamiento, en vez de colocar el anillo en el dedo ele la mujer, se lo colocúramos en la nariz". Cristo, al renrobar el divorcio, defiende, como :;iempre, a la mujer y defiende la pureza de la Ley ele Dios. Ya a la raíz del problema y les hace ver dos cosas bien claras: La \"Oluntad de Dios y el egoísmo de los hombres. Si i\loisés cedió fue un acto de debilidad, viendo la dureza de su corazón. La dureza para la propia mu- 188
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