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para qué viven. Sin duda que todo este movimiento ''hippy" - los estudios lo confirman - es consecuencia de ese tener todo resuelto en la vida. Sin nada que hacer. Sin estímulo. Con seguro para todo, hasta para el porvenir. El mayor índice lo dan "los hijos de papá". La sabrosa vacación viene luego de un trabajo intenso, cuando todo descansa y se desintoxica alma y cuerpo del veneno acumulado en largas jornadas de trabajo e insomnio. Como escribió Tagore: "El descan– so p<:rtenece al trabajo como los párpados a los ojos". El "slogan" moderno debiera ser trabajo y vacaciones para todos. Y volviendo al terreno apostólico, el Concilio, en el decreto sobre los sacerdotes, dice: "Esta remunera– ción ha de ser, además, tal, que permita a los preshítc– ros tener cada afio el debido y suficiente tiempo de \'acaciones, que por cierto, han de procurar los obispos lo puedan tener los presbíteros". Es de justicia. Pero es de caridad no abandonar a las almas. Y les puede suceder a los sacerdotes lo que a Cristo, que encontró la muchedumbn, esperándole en su mismo lugar de descanso y, compadecido, no tuvo más remedio que volver a empezar. En la tumba de tantos campeones del trabajo podríamos grahar como epitafio los versos de Machado: - Hijo, para descansar es necesario dormir, no pensar, no sentir, no soñar ... - Madre, para descansar, morir. 155

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