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vida se le pone difícil o el sufrimiento acecha o la sen– sibilidad se abotarga echa mano de estimulantes para vivir unas horas en un mundo ficticio ... Nuestra juven– tud, hoy por hoy, aún es sana en este sentido. Pero las noticias que llegan de otros hemisferios son alarman– tes Y, por desgracia, todo se copia. Por ello sería mucho mejor que aprendiésemos de San Juan Bautista a do– minar nuestras pasiones, a buscar la naturaleza pura, y la pureza en la naturaleza, la penitencia, la esperan– za y la espera en Cristo, y, sobre todo, la humildad para no mitificar la juventud, sino para labrar durante ella los fundamentos de toda una vida y entre todos ser forjadores de un mundo mejor. 13

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