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evangélicos que Cristo nos habla "que no vino a abolir la ley, sb.o a cumplirla", etc. Importa, pienso, meterse en la entraña del pensa– miento de Jesús. Hay un alma divina, que es el Espíritu Santo, que siempre es el mismo. Es la constante, en toda la revelación de Dios y en toda relación de Cristo con los hombres. Hay, por el contrario, unas normas que pudieron ser muy oportunas en su época, pero pasan a ser un estorbo - estorbo <lel Espíritu - en otras. San Pablo nos lo recuerda en la carta de hoy: "La pura letra mata y, en cambio, el Espíritu da vida". La Iglesia, en trance de renovación, es consciente de ello y por eso en UR. 6,1, nos dice: "Puesto que toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación, por eso, sin duda, hay un movimiento que tiende hacia la unidad. Cristo llama a la Iglesia paregrinante a una perpetua reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto insti– tución humana y terrena, tiene siempre necesidad; de tal forma, que si algunas cosas, por circunstancias es– peciales en materia de costumbres, o de disciplina eclesiástica, o también las formas de exponer la doctri– na -que debe cuidadosamente distinguirse del depó– sito de la fe-, han decaído en cuanto a su observancia, deben ser restablecidas en tiempo oportuno recta y debidamente". La renovación está en marcha. La brújula debe seüalar siempre ese norte de vivir más auténticamente la vida del Espíritu y el Evangelio. Hay que lanzar 1'.29

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