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Cristo hace una clara referencia a su relación per– sonal con los discípulos. Sus años sobre la tierra serán muy cortos. Para todos llegarán días de duelo, de pesar, de tristeza honda y de penitencia. Pero mientras tanto ... · Y Cristo pasa luego a hablar de un tema que a los fariseos les debía gustar muy poco: El tema de la reno– vación. Es necesario que sobre lo viejo no se eche me– ramente un remiendo de paño nuevo. Hay que reno– varlo todo. Hay que meter el vino nuevo en odres nuevos. Hoy también estamos en tiempos de renovación. Precisamente el Concilio, al hablar de renovación, se acuerda de esta metáfora de Jesús y dice en la Lumen Gentium (4,1): El Espíritu Santo "hace rejuvenecer a la Iglesia, la renueva constantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo. Pues el Espíritu y la Esposa dicen al Señor: "Jesús, ¡ven!". Sabemos, y S. Pablo nos lo recuerda, que esta me– táfora del novio, del esposo y la esposa, hacen referen– cia a la unión que debe haber entre Cristo y su Iglesia. Una unión de amor. De gozo y entrega mutua. Y, por tanto, de renovación. No obstante, tomado este pasaje desligado ele todo el contexto, e incluso ele otras afirmaciones de Jesús, daría para pensar que hay que romper con la tradición. Que la renovación comenzaría por la demolición. En vez de renovación sería revolución, y de la peor espe– cie. Y, sin embargo, nos encontramos en varios pasajes 128

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