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DOMINGO OCTAVO ALEGRIA Y DOLOR DE LA RENOVACION LECTURAS: OSEAS: 2,14-15: 19-20 2.ª CORINTIOS: 3,1-6 MARCOS 2,18-22 Todos sabemos lo frecuente que era en la predi– cación de Jesús el uso de metáforas. No lo hacía bus– cando impresionar aquellas imaginaciones orientales, ni por meros efectos retóricos. Cada metáfora de Cristo lleva encerrada - cual tesoro escondido- una verdad divina. En el Evangelio de hoy aparece un contraste: la seriedad austera de los fariseos y de los discípulos de Juan, macilentos por el ayuno, con la alegría de Jesús y sus discípulos que comen y beben como si tal cosa. Un escándalo para los amigos de las normas rígidas. Se lo advierten, pensando que el reproche les impre– sionará, pero Jesús toma pie de él para advertirles que El ha venido para instaurar una nueva doctrina y una nueva conducta de vida. Jesús utiliza la metáfora de las bodas, donde todo tlebe ser gozo. Justamente El hizo el primer milagro para que no faltase el vino y la alegría en unas bodas. Es lógico que mientras el novio está presente, mientras duran las bodas, no deben faltar la alegría y la abun– (1ancia. Tiempos vendrán de ausencia y de escasez. 127
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