BCCCAP00000000000000000000543

Simón Pedro, que le siguió a todas partes, resume la vida c 1 e Cristo de esta manera: "Pasó haciendo el bien". Bueno será que nosotros, los que hoy podemos escuchar este Evangelio en todas las misas, nos deten– gamos a meditar sobre la importancia de algo que ha c~údo en desprestigio: la predicación. ¿De verdad que ha caído en desprestigio? Pienso que no. Confundimos dos cosas muy dis– tintas: Oratoria sagrada y predicación. La oratoria sí ha caído en desprestigio. Porque de palabras bonitas estamos ahítos. Y empachados de párrafos ampulosos. Pero cosa muy distinta es la predicación. Es, simple– mente, anunciar de manera clara, acomodada a los din~rsos auditorios, el Evangelio eterno para los hom– bres de hoy. Eso no ha caído en desprestigio. Pienso que hoy se predica más y mejor que nunca. Pablo VI, por ejemplo, escribió en su primera en– cíclica: "Nos limitamos a recordar, una vez más, la importancia suma que la predicación cristiana conserva y adquiere hoy mayormente en el cuadro apostólico católico. Ninguna forma de difusión del pensamiento, aun técnicamente elevada a extraordinaria potencia con lo prensa y con los medios audiovisuales, la susti– tuye. Apostolado y predicación, en cierto sentido, son equivalentes. La predicación es el primer apostolado. El nuestro, venerables hermanos, es, ante todo, minis– terio de la palabra. Nos sabemos muy bien estas cosas. Pero a Nos nos parece que conviene recordarlo ahora para dar a nuestra acción pastoral la justa dirección. 117

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz