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Pero he aquí que Cristo, que tenía millones de ángeles en el cielo, no quiso escogerlos a ellos, sino a los hombres. Y lo más maravilloso es -se deduce del Evangelio de hoy- que han de continuar siendo como son: "Sois pescadores... yo os haré pescadores de hombres". Para traducirlo a nuestro idioma moderno (pues la cadena no se ha interrumpido) seguiréis siendo hom– bres con vuestras tentaciones, con vuestras malas inclinaciones, con vuestros defectos, con vuestro tem– peramento. Lo mismo que Pedro, que fue siempre impetuoso e irreflexivo, y que Juan y Santiago, que fueron tan violentos que los apodó Boanerges, esto es, hijos del trueno. ¿Qué les exige? Dos cosas. Dejarlo todo. Sus pasiones, su familia y seguirle ... Lo mismo que hoy se exige a los sacerdotes. Es un llamamiento a lo heroico. Es una lucha contra las malas inclinacio– nes de la naturaleza. Porque el sacerdote está fabricado del mismo barro del que están hechos los hombres pecadores. Y el paralelismo es tan similar, que hasta aquellos que escogió. El, personalmente, recién orde– nados sacerdotes le abandonaron, le negaron y le trai– cionaron, en un noventa y nueve por ciento. Pues sólo Juan siguió hasta el Calvario. Amigos, será bueno reflexionar ahora, cuando los medios de comunicación encuentran un regusto espe– cial en resaltar los fondos oscuros del sacerdote. Las deficiencias de los sacerdotes ... Y puestos a hacer esta– dísticas, resulta que únicamente menos de un dos por ciento son los que han claudicado. Pregunto: ¿Qué 110

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