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müoriales de la ciudad. Frecuentemente llaman con urgencia nerviosa porque un accidente ... Recuerdo un sábado. Era mediodía. La ambulancia pasó ululando. Al instante la llamada. Llegué corriendo. Un muchacho de dieciocho afíos. Sobre él había caído una plancha de hierro desde una grúa. Quedó aplastado. Sus com– pañeros, aún con el casco de trabajo, me esperaron a la puerta. "¿Qué pasa?" Lo que nadie les había dicho me atreví a decírselo yo: "Ha muerto". Vi lágrimas en aquellos rostros salpicados de argamasa. Me dijeron: "Tenía dieciocho años. Iba a cobrar la semana dentro de una hora. Pensaba ir al fútbol mañana. Pensaba ..." ¿Y nosotros, qué pensamos? José 1faría Pemán, rimó estos versos: "El que no sabe morir, mientras vive, es vano y loco, morir cada hora su poco es el modo de vivir. Vivir es apercibir el alma, para tener la vida muerta al placer y muerta al mundo, de suerte, que, cuando venga la muerte, le quede poco que hacer". 9

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