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las cosas, la fe, es como siempre ha sido. Por tanto, está má[ cerca de la verdad la viejecita enlutada que entra en una iglesia en penumbra y se postra delante del sagrario para unir sus bisbiseos a los de la lampa– rilla y contarle sus múltiples penas a Jesús Sacramen– tado, que ... El milagro de los corporales empapados en sangre hizo que los papas de entonces instituyesen la fiesta del Corpus. Fiesta que ha llegado hasta nosotros. Hoy se saca a Jesús Sacramentado de los sagrarios y se le pasea, procesionalmente, por las calles de las ciudades y los pueblos. Las exigencias del tráfico van desplazan– do las procesiones, incluso la de los muertos cuando van camino del cementerio; queda, únicamente, la pro– cesión de Cristo vivo, en medio de nosotros. Real v verdaderamente presente. Pienso que no es necesario ir a Orvieto para con– templar una catedral y una reliquia. No es necesario, tampoco, ir a la procesión del Corpus - sólo para hombres - , aunque está muy bien y es una manera de honrar a Jesús Sacramentado. Pero sí es necesario que cada uno de nosotros se postre ante el sagrario y exa– mine cómo anda su fe en la Eucaristía. 101

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