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CORPUS CHRISTI Amigo, si alguna vez vas a Italia y te diriges hacia Roma por la carretera de Siena, no dejes de desviarte unos cuantos kilómetros a la izquierda, para visitar Orvieto. Tiene una de las más maravillosas fachadas de catedral que ha hecho el hombre. Es como un pre– gón, de cara al gran público, de la reliquia que guarda dentro: los corporales empañados de sangre de Cristo. Se cuenta que, en uno localidad cercana, había un sacerdote que celebrando la misa comenzó a dudar de la presencia de Cristo en la Eucaristía. De pronto, el cáliz comenzó a llenarse de sangre roja y fresca, a des– bordarse y empapar los corporales. El sacerdote no tuvo más remedio que gritar su incredulidad y su fe, también fresca, ante el milagro que tenía delante de sus ojos. Pablo VI viajó en helicóptero a Orvieto, para con– memorar este milagro. ¿Por qué lo hizo?. Sin duda, como un aldabonazo para despertar la fe de muchos hacia la Eucaristía. Esa fe que está en crisis y en dis– cusión, incluso entre los que más debieran defenderla. Pablo VI ya había dado la voz de alarma cuando su célebre discurso a propósito del Congreso Eucarístico ele Pisa. Lo hizo más solemnemente en su encíclica 99
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