BCCCAP00000000000000000000542

volvió entre las sábanas y las mantas de la cuna y corrió escaleras abajo. Entró en el refugio. Había gente ya. Iba en– trando gente nerviosa que al abrir la puerta deja– ba sentir más lastimera la sirena avisando la proximidad de los aviones. Ya roncaban los moto– res sobre los tejados. Pero aquella noche, cosa rara, no se oía ni un solo estampido. Parecía que tirasen algo blando sobre la ciudad. ¿Serían ramos de flores? ¡Sueños de imaginaciones anhelantes de paz! Tiraban algo así como bombas de azufre. Y cuando todo era un gigantesco prado verde: los tejados, las calles, las plazas, los jardines ... , cuan– do parecía que se iban a ir, de pronto viraron en el aire, volvieron sobre la ciudad y lanzaron bom– bas incendiarias. Las llamas y el humo entraban en los sótanos y los refugios. Las gentes, como ratas perseguidas, salían aullando por miedo de morir abrasadas. La madre, con su hijo muy apretado contra el corazón para que, si acaso, una bomba los ma– tase a los dos, corría, a través del humo y la niebla, 94

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz