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cita maravillosa con la adolescencia. Y un día, casi de repente, se encontró con unos hombres que eran tan parecidos a su madre y tan distintos ... Aquellos hombres tenían unas armas podero– sas que dejaban una nube de humo bajo el cielo azul y abatían las aves que pasaban volando. Aquellos hombres le hablaron de un mundo ma– ravilloso que estaba detrás de las montañas, abajo en el valle. Un mundo con ciudades, con mujeres, con placeres ... Un mundo de ensueño. Y el niño abandonó a su madre y se fue con ellos. Recorrió toda Irlanda, la isla dividida. Vio todas las ciudades. Gozó de todos los placeres que estuvieron al alcance de sus manos. Hizo de todo y se olvidó de todo. Menos de una cosa: de su madre. ¿Qué hará mi madre allá en su casita solita– ria? ¿Habrá muerto sin ver el retomo del hijo? Y el pequeño, ya un hombre, quiso volver a ver a su madre. Se acercó al bosque. El arroyo bajaba can- 88

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