BCCCAP00000000000000000000542

El peregrino se fue acercando. Moría la tarde con olor a santidad y las hojas de los árboles can– taban. Sus ojos se levantaron a lo alto del cielo para dar gracias a Dios: - "Señor, gracias te doy porque has seguido y contado mis pasos. Sabía a qué venía y para qué venía. Sabía el camino, pero no sabía la hora de mi llegada. Y he llegado ya. Es triste el andar solo por los caminos desamparados y largos, llenos de polvo y de piedras . Al fin he llegado. Gracias, Señor". Las puertas de la muralla ya estaban cerra– das. El se detuvo ante la doble puerta de hierro y levantó sus ojos al cielo para orar. El firmamen– to temblaba de estrellas. Las conchas de su pecho centellearon presintiendo el milagro. Acercó, lue– go, misterioso y sonriente, sus labios a la cerradura y dijo tan quedamente una palabra que ni sus oídos la oyeron, pero sin que nadie empujase, rá– pida y rechinante, se abrió la puerta. Fue caminando por las callejas pinas y que– bradas. Pasó junto a las iglesias de campanas ya mudas, rozando las cosas dormidas, frente a las 64

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz