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1 lmería, donde el sol pasa el invierno". Así A dice el slogan turístico y publicitario. Pero cuando el sol pasa un día tras otro lancean– do con sus rayos de fuego los campos de labor, los campesinos le miran con un cierto odio en los ojos . Porque el sol les seca los campos, agrieta la tierra, evapora rápidamente la poca humedad del rocío mañanero. Los campesinos almerienses se pasan muchas veces mirando al cielo, no para contemplar el sol - ese sol grande y sudoroso de los carteles turís– ticos - , sino para contemplar las nubes que galo– pan hacia el mar por los caminos de un azul añil. ¡Si esas nubes quisieran descargar su tesoro de agua sobre nuestros campos! Porque, verá usted, aquí nos pasamos la mitad del tiempo diciendo: "Si hubiera llovido. .." y la otra mitad: "Si lloviese". Aquel año la sequía había sido más pertinaz que nunca. Ni los más viejos del lugar conocían otra igual. Las tierras de labor estaban agrietadas, 51

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