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Si aquel lejano recién nacido . había vivido muchos años y había llevado muchas veces su cirio a la iglesia el Sábado de Gloria, quedaba un poco de cabo únicamente. Pero lo suficiente para alumbrar las últimas horas de una vida, que se extinguía mientras el sacerdote recomendaba a Dios el alma de aquel cristiano que quiso caminar por la tierra alumbrado siempre por Cristo, que és la Luz del mundo. Al fin, a un hombre cualquiera, lo llevaban a enterrar. Alguien ha llevado también el trozo del cirio para plantarlo como un árbol que tiene que florecer a la vera del muerto. A su cabecera, una cruz y un Cristo; a sus pies, el cirio de su bautizo cristiano. Todos marchan. Sólo queda -cual centinela vigilante - el cirio encendido. Semeja en la noche una estrella que hubiera baja– do del cielo para llevarse un alma. Porque dicen los cristianos de las montañas de Baviera, que cuando el cirio se apaga es que el alma ya sale del Purgatorio para ir a la Gloria. Eso Dios lo sabe. Nosotros sabemos que la luz -imagen de Cristo- es un símbolo que la Iglesia utiliza reiteradamente para recordamos 47

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