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Andrés se sintió roto por dentro. Suplicó rei– teradamente ese perdón que el confesor le negaba. Prometió que nunca más ... Pero el confesor, sin– tiéndose omnipotente y no ministro del Omnipo– tente y del Misericordioso, le negó la absolución. Se levantó llorando y oyó que en la capilla donde estaba el confesonario alguien lloraba con un llanto hondo y trémulo. Se quedó mirando. También el confesor se levantó para ver quién se había metido en aquella capilla y lloraba de esa forma ... Y vio que era el crucifijo. Vio que los ojos del Redentor se posaban desconsolados y hú– medos en los suyos, todavía brillantes de cólera; vio. que su diestra se desclavaba, que señalaba el penitente, que estaba at6nito viendo el milagro; vio que los labios del Redentor se abrían para decirle: - "Perdónalo, que me ha costado mucha sangre". Y cuentan que el Cristo qued6 con la mano extendida en prenda de milagro y del perdón de Dios. Es como un testigo que acusa la dureza y la 41

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