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Lo que vio no es para olvidarlo ni para con– tarlo. Además, todos sabemos lo que sucedi6 en el Portal de Belén aquella Nochebuena. Lo que nos dice la leyenda es que la nieve comenzó a caer. La ovejita, al principio, tenía frío. El cuerpo se le iba cubriendo de nieve. Pero esta– ba como extasiada mirando a aquel Niño al que sus amos, los pastores, adoraban y ofrecían lo mejor que tenían en sus zurrones. Ella también se puso de rodillas para adorarle. Y al poco tiempo ya no sintió el frío. Le parecía como si unas manos muy suaves la hubieran abrigado. Al fin vio que los pastores se levantaban para despedirse y ella también se levantó. Saltaba sobre la nieve para llegar antes y esparcir la nieve, a fin de no dejar su rastro. Cuando llegó, las ovejas habían despertado, pues el sol nacía por el Oriente. Todas las ovejas se levantaron para verla. Ella se acurrucó aver– gonzada como una joven sorprendida en un gran pecado. Pero la hicieron levantar para mirarla y 28

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