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El desconocido i10 podía o no quería hablar. Q{iizá había agotado todas sus energías en gritar pidiendo socorro: Unicamente se quejaba, se que– jába prolongadamente. Su quejido parecía fundir– se con el mmor del bosque .. . Artabán cargó con él, le puso en el camello y le llevó hasta la primera posada. ¿Quién sería aquel hombre? Nadie lo conocía. Y él no hablaba. El rey hizo más . Quedó con él, pues no era bueno dejarlo solo en aquellas condiciones. Lo curó, lo acostó v se sentó a su vera. Al fin: ál atardecer, el desconocido abrió los ojos y dijo mirando a una parte y otra: - "Los ladrones, los ladrones . .. Me apalearon, me robaron todo lo que llevaba y me tiraron al b ,; arranco . Artabán había perdido - bien perdido por cierto- un día. Esperaba partir muy de madru– gada. Le entregó al desconocido el diamante para que se pagase todo y se quedó velándole durante la noche. Mirando la noche clara desde el cuarto donde 13

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