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- "Hermano pastor, hace setecientos años que peregrino por la tierra. Ha cambiado mucho el mundo, pero no han cambiado los hombres: siguen siendo buenos y malos, como siempre. Esto me da pena y voy a abandonar la tierra. Se acerca el día cuatro de octubre, cuando todos celebran mi tránsito; entonces, dejando de peregrinar, me pondré de pie sobre mi sepulcro de Asís para es– perar la llamada final del Altísimo". Y San Francisco siguió caminando. Sobre el polvo donde ponía los pies quedaba un rastro de sangre. Y los perros iban detrás la– miendo aquella sangre. Las ov~jas volvieron a balar dulcemente. X X X El pastor bajó a grandes zancadas al poblado para anunciar la buena nueva. Siempre las buenas nuevas las dan a conocer los pastores. Pero los hombres se reían de él, incrédulos. Luego ya du– daban un poco, hasta que al fin creyeron. Aquel hombre no mentía nunca. ¿No era esto una garan- 163

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