BCCCAP00000000000000000000542
mecimiento que hizo rodar muchas cosas y mu– chas personas sobre las maderas del barco. Entre los gritos de todos, la voz del capitán, que quería ser serena: "¡Sálvese quien pueda!". Habían cho– cado fieramente contra un fiord y el mar se iba tragando el viejo barco. No había tiempo para nada. La madre cogió a su niño y... . . .Y se lanzó al mar. La madre levantaba con la izquierda a su hijo como si fuese un tesoro que había que salvar por encima de todo, y con la de– recha brazeaba fuertemente sobre las olas. Su instinto de mujer norteña le hacía olfatear la costa allí frente a ellos. Y así fue; al borde del agota– miento total, llegó hasta una islita. Trepó sobre ella. Se tendió cuan larga era sobre la pradera de la isla solitaria y cerró los ojos; ni siquiera hacía caso a los lloros del hijo. Estaba al límite de sus reservas. Tenía que descansar a toda costa. El niño seguía llorando, la niebla iba cayendo sobre la tierra. Era cada vez más densa y oscura. La madre cerró los ojos y abrió sus labios para rezar a aquel Dios que parecía estar escondido ahora detrás de las estrellas. El niño iba espacian– do los lloros hasta que al fin se durmió. La madre 140
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz