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f a sirena del barco lanzó su grito al aire. ,,, Era su voz bronca, como la de un marino cansado de fumar su vieja pipa en todos los mares. El práctico del puerto se volvió para mirar el barco. Era un antiguo barco de diez toneladas que nunca había salido de los mares de Escandi– navia. Siempre había hecho los viajes rutinarios que desde Noruega van a Finlandia bordeando la península escandinava. ¡Si aquel barco hablase! ¡Cuántas gentes ha– bía recogido a lo largo de las costas en sus años de servicio! Gentes rubias, descendientes lejanos de los vikingos, que marchaban de la aldea a la ciudad para sus negocios, para sus amores, para sus curas de salud, para... -¡Dios sabe para qué! - , y retomaban de nuevo a la aldea a esperar la primavera, cuando el sol despertaba de su le– targo. Ahora era justamente primavera. Sobre el 137