BCCCAP00000000000000000000542

para la salud y la sed, uno de ellos no pudo resis– tir más, alargó la mano y llevó agua a su boca. -¡"Milagro! Es agua dulce". No podían creerlo. Estaban tan agotados, tan secos, incluso de ideas, que no pudieron pensar que estaban en la desembocadura del río más cau– daloso de la tierra, el Amazonas, cuya anchura, al desembocar en el mar, es de cincuenta kilómetros. Y su caudal tan enorme, que hace que muchas millas dentro del mar el agua sea dulce en la su– perficie. Los marinos españoles, después de har– tarse de agua miraron a todas partes sin ver las costas. Pensaron en un milagro. Sólo mucho des– pués supieron que habían estados muchos días navegando sobre agua dulce, extenuados de sed y al borde de la muerte. Se ha dicho que los tiempos de cns1s son tiempos de milagrerías. Ahora, cuando la fe anda en crisis, se buscan milagros, apariciones por todas partes. Se otean las cosas de lo maravilloso con el ansia de apagar la sed de lo divino que el hombre tiene. Y se olvida que Dios se ha hecho dulce bebida para apagar nuestra sed... 133

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz