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En una casa, por una de esas casualidades de la guerra, en medio de toda la familia muerta, permanecía intacto y dormido en la cuna un niño. Lo llevaron al hospital. El médico lo cogió entre sus brazos y tuvo una idea fulgurante. Aquel niño iba a quedar huérfano para siempre, aquel niño era rubio - casi todos los alemanes suelen ser rubios de niños - , aquel niño tendría un afio de edad. .. ¿sabría aquel niño decir mamá? Con él en brazos se acercó hasta el lecho de la madre. Los ojos de los dos se encontraron y el médico comenzó a hablar: - Mujer, he sido bueno. He cumplido tus deseos. He llegado al puerto y allí, en el rincón de una pared, me he encontrado este niño dormi– do. ¿Será, acaso, tu hijo? La madre lo cogió en sus brazos. Dudaba. Le parecía que no. Pero, por otra parte, creía en– contrarle un parecido con el padre en la guerra, y que tantos deseos tenía de conocer al hijo. Le miraba y le remiraba. Le movía, como queriendo verle desde todos los ángulos. Y de tanto moverle, 98

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