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lla de Francisco, de Clara, de Bernardo de Ouintavalle ...-. En esa atmósfera puedes repoblar la ciudad con las personas y las realidades que simboliza y amorosamente guarda. 2. LA CASA DE FRANCISCO Francisco nació cerca de la Plaza del Ayuntamiento y allí transcurrió su infancia y adolescencia. Pedro de Bernardone, pa– dre del Santo, poseía allí, probablemente, dos casas-quizá al mismo tiempo o quizá en épocas sucesivas-muy próximas en– tre sí. En el lugar de una de ellas fue construida la actual «Iglesia Nueva»; sobre la otra, el Oratorio titulado de «San Francisco Piccolino». Aquí, en esta segunda casa, parece ser que nació San Francisco (año 1181 ). Recuerda el hecho una inscripción la– tina: «Hoc oratorium fuit bovis et asini stabulum in qua natus est sanctus Franciscus mundi speculum». (En este oratorio, en un tiempo establo de un buey y un asno, nació Francisco, espejo del mundo.) La madre de Francisco, obedeciendo a la sugerencia de un misterioso peregrino, se habría retirado a este establo para dar a luz al hijo. Se trata de una leyenda. No importa que Francisco haya nacido, como tantos niños de familias burguesas de su tiempo, en un lecho confortable; la leyenda contiene un mensaje: el mensaje de la conformidad de Francisco con Cristo o el de Francisco «alter Christus». A menudo la leyenda y la devoción han sobrecargado de in– tenciones y estructuras la realidad pura y simple de los hechos y de las cosas. Lo que no quiere decir que haya que rechazar de plano esas añadiduras: éstas constituyen el comentario his– tórico vivo a los mismos hechos, el marco de una epopeya. Cuando Francisco nació, su padre estaba ausente por moti– vos de comercio, quizá en Francia. La madre bautizó el niño en San Rufino y le impuso el nombre de Juan. Pedro de Benardone, al regreso, sin duda lo besó con inmensa alegría: era su primo– génito, era varón, el heredero, y le puso un nombre augurante: Francisco, es decir, francés, por motivo del país del que se ha– bía traído a casa una hermosa mujer-«madonna Pica»-y tantas mercancías y riquezas. La vida cotidiana de Francisco, sin apenas poder ayudar con especiales trabajos, se desarrolló dentro del ámbito de la acti– vidad paterna. Respecto al padre se presentaba más brillante, quizá más genial, ciertamente menos apegado al dinero. Des– pués de todo, su padre estaba orgulloso del hijo y veía en él 10

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