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La formación permanente 453 confirmar la relevancia de lo nuevo y del mañana corno unos de los ele– mentos desencadenantes del dinamismo evolutivo o crecimiento del hom– bre, sobre todo bajo el signo de la creatividad y de la perspectiva histórica. - Con todo, para evitar equívocos, se impone una ulterior puntuali– zación. Vivir es experimentar de algún modo, aquí y ahora, el fluir de la vida. En realidad, «nuestra vida está alojada, anclada en el instante pre– sente. Pero lqué es mi vida en este instante?... El tiempo cósmico sola– mente es el presente, porque el futuro todavía no es y el pasado ya no es. lCómo, entonces, pasado y futuro siguen siendo parte del tiernpo?» 8 • To– carnos así uno de los argumentos más interesantes para identificar equili– bradarnente el significado dinámico-evolutivo de la esencia del hombre. Nuestra vida se conjuga, de hecho, al presente; pero, a fin de cuentas, no hay presente que sea del todo puro, aséptico. En todo presente nuestro - y, por lo mismo, vivo, en devenir - confluyen al mismo tiempo, justamente corno elementos dinarnizadores del propio yo, el pasado y el futuro: nues– tro pasado, a partir de las raíces genéticas que nos acompañan siempre, corno una trama de experiencias, de creencias y valores, de saberes y capa– cidades, y nuestro futuro, implícito al menos en las diversas opciones que hacernos cada día sobre lo que vamos a ser y hacer. En suma, el fluir de la vida se hace desarrollo y crecimiento responsable en la medida en que ba– lancearnos bien las dosis de memoria del pasado con las de creatividad y esperanza del futuro. Ni toda profecía, por el hecho de serla, tiene el se– creto de una panacea universal; ni todo anclaje en el pasado, por muy pa– sado que sea, ha de ser tachado de fundarnentalismo. Se ha dicho que el hombre de hoy es más el hombre del proyecto que el hombre de la memoria, dando a la memoria el significado de una visión estática, de contornos clásicos, ultimados, perfectos, y al proyecto el sen– tido de un mundo en transformación, que mira al futuro, con espíritu crí– tico, creador, innovador, bajo el signo del progreso y de la utopía. Los «in– tegrismos» - por carta de más o por carta de menos - responden a posi– ciones alternativas y radicalizadas, que corren el riesgo de comprometer el desarrollo correcto del ser evolutivo del hombre. No se trata de restaurar el pasado; basta salvar y robustecer ciertas raíces vitales del propio ayer para proyectar con autenticidad y realismo el futuro aprovechando la tarea limitada y fugitiva de cada hoy9. B Jbid., p. 432. 9 Robert CoFFY, Iglesia-sacramento, en Robert CoFFY - Roger V ARRO, La Iglesia, signo de salvación en medio de los hombres. Informes presentados a la Asam-

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