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452 Francisco Iglesias configura la identidad dinámica del hombre, éste se desarrolla como sujeto receptor y transmisor de vida; es decir, incluso sin necesidad de recurrir a motivaciones e impulsos transcendentes, el simple hecho de que la persona sea por naturaleza «coexistente y solidaria» con otras suscita y promueve dos actitudes conjuntas en todo correcto crecimiento humano: la actitud de apertura a los estímulos que provienen de los demás, del tiempo y del ambiente propios, y la actitud de ayuda al desarrollo de los otros y del pro– pio entorno. Es verdad que todo individuo es único e irrepetible, incluso realizándose con otros dentro de matrices contextuales comunes, como pueden ser la familia, la comunidad, el pueblo, el ambiente escolástico, la– boral y social; pero esto no quiere decir que su proceso de maduración exija sistemas cerrados de solipsismo a ultranza. Uno de los desafíos más interesantes de la promoción del hombre está precisamente aquí: en culti– var la mismidad de cada uno (contribuyendo a que cada uno sea él mismo) al mismo tiempo que se colabora al crecimiento de la identidad personal de los demás. Se trata, a fin de cuentas, de lograr ir enriqueciendo inteli– gentemente el protagonismo propio a la vez que somos respetuosos y constructores del protagonismo de los otros. - Si la estructura humana es dinámica y evolutiva y la vida es cam– bio, estamos permanentemente abocando a lo nuevo y comprometidos a construir, ya en el presente, el propio futuro. Aparte la originalidad o no– vedad del potencial dinámico que cada uno es, lo nuevo y el futuro que nos llega cada día tienen un poder de arrastre de incalculables consecuencias para el desarrollo de la propia personalidad. Desde el momento en que somos historia, no podemos limitarnos a ser repetidores mecánicos o sim– ples lustradores del pasado. La cuota de novedad que implica nuestra vida está íntimamente ligada a !a opción de futuro que es, a fin de cuentas, todo presente nuestro. En este contexto vale la pena recordar, sin comentarios, un texto de Ortega: «Si nuestra vida consiste en decidir lo que vamos a ser, quiere decirse que en la raíz misma de nuestra vida hay un atributo tempo– ral: decidir lo que vamos a ser - por tanto, el futuro. Y, sin parar, recibi– mos ahora, una tras otra, toda una fértil cosecha de averiguaciones. Pri– mera: que nuestra vida es ante todo toparse con el futuro. He aquí otra pa– radoja. No es el presente o el pasado lo primero que vivimos, no; la vida es una actividad que se ejecuta hacia adelante, y el presente o el pasado se descubre después, en relación con ese futuro. La vida es futurición, es lo que aún no es» 7 • Baste la referencia, en lo que tiene de sustancial, para 7 José ORTEGA Y GASSET, ¿Qué es filosofía?, en «Obras completas», VII, l.c. Madrid 1983, p. 420.

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