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La formación permanente 451 ficaciones, siempre en función de un desarrollo y de una madurez mayo– res, pese a inevitables momentos de apatía y hasta díscontinuidad 5 • - El despliegue del potencial o dinamismo de cada persona lleva en sí una inevitable e intransferible carga histórica, es la aventura de ser hombre, desde el nacimiento hasta la muerte, lleva el sello inconfundi– ble de la temporalidad. Se ha dicho que «el hombre no tiene naturaleza; tiene sólo historia» 6 • Dando de lado a la radicalidad de la frase, es cierto que el factor tiempo, como medida del ritmo evolutivo de cada uno y de su propio entorno existencial, marca profundamente la andadura del hom– bre. En este sentido cabe decir que cada uno es cada uno y su circunstancia histórica, porque la serie de dinamismos y comportamientos que supone el empeño constructivo de la propia identidad personal está siempre influen– ciada por un horizonte temporal concreto. Decir, pues, que la persona es un proyecto vital que se va realizando a lo largo de toda la existencia vale a consagrar la categoría de la historicidad como factor imprescindible en la construcción de la identidad propia. - Pero además de la historicidad está lo que se ha llamado la situa– cionalidad de la existencia. Nacemos, somos y nos hacemos enmarcados en un contexto, entretejidos en un complejo de relaciones vitales - no sólo intersubjetivas que constituyen el bastidor en el que cada uno borda su propia vida. Somos un potencial que se despliega en situación. A comenzar por el potencial de la libertad propia. Con todo lo que significa de ::):oE::t:'.'C y de condicionante este encuadre referencial al ambiente en que nos marnos, esto revela la dimensión abierta, social, comunitaria y contextuali– zada del hombre. No es posible pensar en una maduración correcta a base de autarquía, individualismo o sistemas asépticos. Cada uno es cada uno y su situación existencial. - Dentro de ese esquema histórico-situacional en el que discurre y se 5 Cfr. Ferdinando MoNTIJSCHI, I processi evolutivi dell'eta adulta interpellano !'adulto, en AA.VV ., La formazione permanente interpella gli istituti religiosi, Torino 1976, p. 41 ss; Silvia BONINO, lntroduzione, en «Dizionario di psicología dello svi– luppo», Torino 1994, p. VII ss; Duccio DEMETRI0, Adulto e adultitá, en ibid., p. 23 ss; Antonella LUCARELLI, Origini storiche della psicología dello sviluppo, en ibid., p. 568 ss. 6 José ORTEGA Y GASSET, Historia como sistema, en «Obras completas», VI, Madrid 1983, p. 41; ID, Meditaciones del Quijote (1914), en «Obras completas», I, en ibid., Madrid 1983, p. 322; José Rumo, Estrncturas y libertad en la vida religiosa, en AA.VV ., Antropología y vocación, l. c., p. 81 ss; Luis Antonio GALLO, La concepción de la salvación y sus presupuestos en Marie-Dominique Chenu, (Biblioteca di Scienze Religiose - 18), Roma 1977, p. 161 ss., 173 ss.

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