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La formación permanente 485 que no merece la pena hacer un problema sobre el lenguaje, a partir, por ejemplo, de preguntarse por la palabra fundamentalismo se ha ganado un sambenito y la palabra profecía una patente de crédito. Desde el punto de vista teórico y práctico, el retorno a las fuentes no supone, de suyo, ni siquiera la tentación de sacralizarlas, y mucho menos en bloque, con el ries– go de pasarse al gremio de los fundamentalistas. Que pueda darse la eventualidad de esta tentación es otra cosa. En la dinámica de una forma– ción permanente bien entendida, los «fundamentos» (las fuentes) de la vida religiosa tienen tanta eficacia - al menos - para «dinamizar» y poner al día la existencia del consagrado como pueden tenerla las llama– das posturas proféticas o de vanguardia, abiertas más bien al futuro. Sin olvidar tampoco que incluso bajo el nombre de profecía se pueden encu– brir, más o menos conscientemente, tentaciones diversas, tales como una rotura traumática innecesaria con el pasado, una cierta fuga de la realidad y de las exigencias del presente y una fácil concesión al experimentalismo y a ideologizaciones y fórmulas utópicas desencarnadas. Aunque a otros ni– veles y desde otro contexto, quizá merezca la pena recordar, siguiendo a uno de los mejores especialistas contemporáneos del Antiguo Testa– mento, que los profetas clásicos veterotestamentarios llegaron a ser inno– vadores, portavoces de un mensaje del que dependía el futuro, precisa– mente en cuanto defensores de lo antiguo 48 • No es fácil emplear con obje– tividad términos alternativos y en parte ambiguos en el contexto de tan complejo como la formación permanente y la evolución y actualización · de un carisma. Es preferible, a mi juicio, conjugar en el con luci- dez y equilibrio, las riquezas del ayer y las esperanzas del mañana. CONCLUSIÓN Como dije al principio de estas reflexiones, mi propósito ha sido el de intentar, con carácter esquemático y metodológico, un acercamiento de fondo y global al tema de la formación permanente y su incidencia en la di– námica y actualización del carisma religioso. Este planteamiento ha su– puesto, como era obvio, una rigurosa y limitada selección temática. Me in– teresaba subrayar algunos puntos esenciales, a título de presupuestos para 48 Cfr. Norbert LoHFINK, I profeti ieri e (GDT - Brescia 1973, p. 34 s.; ID., Hore, Israel! Auslegung van Texten aus dem Buch Deuteronomium, Düsseldorf 1965, p. 9 s.; Bruno MAGGIONI, Roma 1984, p. 8.

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