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484 Francisco Iglesias incidencia de la formación permanente en el dinamismo y en la actualiza– ción del carisma, una cierta analogía con el tema de la renovación de la vida religiosa como es planteada en el conocido criterio preliminar del de– creto del Concilio Perfectae caritatis. Digo cierta analogía porque el parale– lismo es incompleto. Por una parte, el término «renovación» tiene conno– taciones que coinciden con el significado de formación permanente y actualización del carisma; sin embargo, en el decreto conciliar ese vocablo se entiende desde las perspectivas - prioritarias, pero limitadas - de la vertiente directamente ~religiosas» del consagrado. No hay que olvidar que el dinamismo de la vocación y del carisma se inserta - como la gracia en la naturaleza - en el complejo dinamismo de una persona humana, lla– mada a crecer y a actualizarse al mismo tiempo y gracias también a la ayuda de la formación permanente. Por otra parte, el principio general para la renovación adecuada de la vida religiosa concuerda, aunque de manera parcial también, con la dinámica de la formación continua del consagrado. El retorno incesante a las fuentes evangélicas y a la inspira– ción originaria del instituto es una llamada a la fidelidad vital al propio ca– risma y supone una justa referencia al influjo que debe tener el «pasado», las raíces de la opción fundamental del religioso, en el desarrollo y actuali– zación de su vida. Pero la segunda parte de ese mismo principio conciliar - ~adaptación de los institutos a las cambiadas condiciones de los tiempos» - me parece que se queda a medio camino, porque roza apenas, si hay que atenerse a las palabras, el reto del cambio, como categoría teológica de la «historia sagrada» de siempre, y el reto de lo nuevo y del futuro, que se hacen presentes sobre todo a través de los signos de los tiempos y estimu– lan la actualización del carisma y la creatividad. Hay algo más allá, y toda– vía más exigente e importante, que una adaptación de los institutos - fór– mula que puede resultar ambigua - ajustándolos a «las condiciones de los tiempos que han cambiado» 47 • - Para concluir, me permito hacer una observación marginal con motivo de los vocablos «fundamentalismo» y «profecía» mencionados al principio de estas reflexiones. Las palabras son palabras y tienen muchas veces la carga convencional o coyuntural que determinadas vicisitudes his– tóricas les han dado. Relativizadas, pues, debidamente las cosas, pienso 47 Peifectae caritatis, n. 2: «cambiadas» o «que han cambiado» («mutatas», en el texto original). Traducción que propone la reciente edición del Concilio Vaticano lL Constituciones. Decretos. Declaraciones, patrocinada por la Conferencia Episco– pal Española, Madrid 1993.

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