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480 Francisco Iglesias grado, desde el primer momento en que, contactando un determinado in– stituto, inicia de algún modo su formación religiosa. Baste este simple apunte de una serie importante de consecuencias, reclamadas por el perfil «permanente» de la formación, para tomar en serio el replanteamiento de muchas cosas en los sistemas de ayuda al desarrollo del consagrado en cuanto tal. Concluyendo el tema del tercer apartado, hago una referencia breve al problema de la inculturación de la vida religiosa, que comporta intere– santes retos en el campo educativo. La inculturación de la vida religiosa implica sobre todo dos cosas en cierto sentido paradójicas: la particulari– dad y la universalidad del ser, y, consiguientemente, del formarse y del ser– vir del religioso. Por una parte, el núcleo de valores evangélicos que iden– tifican una vocación y un carisma concretos son, de suyo, universales, abiertos a todos los climas y culturas; y esto debe marcar una formación de horizontes ilimitados, es decir, respetuosa del pluralismo cultural y sana– mente relativizadora de bastantes connotaciones y aspectos de la cultura propia: un respeto que lleva a enriquecerse inteligentemente con las ca– racterísticas de los demás, y una relativización de elementos culturales propios que desmonta fáciles intolerancias e instalaciones. Pero, por otra parte, se impone el compromiso normal de realizarse concretamente en una cultura determinada: la exigencia de vivir y expresar unos valores de suyo universales dentro de unos módulos particulares. Las consecuencias que esto comporta - ser y servir en plenitud uno mismo, asumiendo al máximo posible la cultura local - son un desafío para la constante actuali– zación del proceso educativo del consagrado. El cometido, pues, de la inculturación debe empeñar a fondo la for– mación «permanente», sobre todo para mantenerse abiertos, creativos y actualizados en estos tres sectores: el de la justa integración entre carisma propio y cultura local, el de la capacidad de trascendencia cultural (una cultura cerrada en sí misma se empobrece e hipoteca su futuro) y el de la correcta combinación entre el pluralismo cultural y la identidad unitaria del carisma del instituto. 4. FomviACIÓN PERMANENTE Y ACTUALIZACIÓN DEL CARISMA Titulo intencionadamente así este cuarto y último apartado inspiran– dome en el título general de estas notas. Ha llegado el momento de reco– pilar algunas ideas conclusivas introduciéndolas - imprecisiones al mar– gen, teniendo en cuenta lo que he dicho - con esta pregunta global: lTiene alguna incidencia específica la formación permanente en el dina-

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