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La formación permanente 479 dinamismo de la propia historia. El tiempo viene a ser como un valor coe– sencial, que incide también en la vida del espíritu - y no sólo en sus meca– nismos - configurando el itinerario formativo del consagrado. «Historia y Espíritu son consustanciales en el hombre» 45 • La atención educativa al desarrollo continuo del religioso tiene aquí un desafío fundamental. Si la gracia de la vocación y del carisma se encar– nan y evolucionan en el tiempo y espacio de la vida cotidiana, el secreto de la verdadera formación de un religioso estará en ayudarle a realizarse - y, sobre todo, a autorrealizarse - conservando y reformando conti– nuamente su propia identidad dentro de las coordenadas, siempre cam– biantes, de la propia historia. En primer lugar, aprendiendo a distinguir bien entre valores y expresiones, contenidos y formas, esencialidad evan– gélica y estructuras, núcleo de la fe y módulos culturales, tradición viva y tradiciones marchitas, prudencia e instalación, etc... Uno de los riesgos más frecuentes en el dinamismo y la formación constantes del consagrado está en esa especie de instintiva tendencia a la sacralización generalizada de aspectos formales e históricos del propio carisma por parte de las ins– tituciones religiosas. Este fenómeno, a veces sutilísimo, impermeabiliza al cambio, entendido como gesto de correspondencia a la voz del Espíritu, que habla a través de lo nuevo en la historia de cada religioso, del propio instituto, de su entorno e incluso de la Iglesia y del mundo. En segundo lugar, se requiere un esfuerzo de aprendizaje continuo para que el consa– grado se mantenga sensible a la concepción dinámica de la realidad, al sentido teológico de las cambiantes condiciones de los tiempos, signo de la presencia de Dios en la historia - siempre sagrada - de cada vocación y de cada hombre. La conocida constatación conciliar sobre el paso de «una concepción más bien estática del orden de las cosas a una noción más di– námica y evolutiva, de donde surge una nueva complejidad enorme de problemas que exige nuevos análisis y síntesis» con repercusiones «también en la vida religiosa» 46 no responde a un hecho coyuntural, pasajero; se trata de un circunstancial subrayado del rasgo dinámico y evolutivo del «proyecto hombre» En tercer lugar, todo esto supone también una aten– ción específica a fomentar la capacidad creativa y la iniciativa del consa- 45 M.-D. ÜIBNU, Les signes des temps, en «Nouvelle Revue Théologique» 87 (1965) 29 s. 46 Gaudium et spes, n. 5, 4; Marciano VIDAL, Hombre nuevo y vida religiosa, en AA.VV ., Antropología y vocación, IV Semana Nacional de Vocaciones (1970), Co– lección «Todos uno» n. 3. Madrid 1971, p. 16 ss.
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