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La formación permanente 477 En este sentido, la formación del religioso deberá ser cuidadosamente personalizada. «Se tratará de apelar vigorosamente a su conciencia y a su responsabilidad personal para que interiorice los valores de la vida reli– giosa... Así encontrará en sí mismo la justificación de sus opciones prácti– cas y su dinamismo fundamental en el Espíritu creador. Es preciso, pues, encontrar un justo equilibrio entre la formación del grupo y la de cada per– sona, entre el respeto a los tiempos previstos para cada fase de la forma– ción y su adaptación al ritmo de cada uno» 41 • - Del concepto de formación religiosa permanente - por necesidad permanente, durante toda la vida del consagrado, si es formación autén– tica - se derivan algunas otras consecuencias, que me limito apenas a enumerar, por considerarlas demasiado obvias. Una primera consecuencia es la del área educativa del religioso. Si toda la vida debe ser una respuesta en la fidelidad a la gracia de la vocación y del carisma propios, no habrá espacio, circunstancia ni tiempo que pue– dan decirse formativamente neutros, aunque no sean formalmente educa– tivos. Todo es gracia y toda gracia es llamada, lección y ayuda para crecer. A este propósito merece la pena recordar el valor formativo específico que tiene la vida fraterna en común. «La comunidad de vida juega un papel privilegiado en la formación en cualquier etapa. Y la formación depende en gran parte de la calidad de esta comunidad... Un comunidad es forma– dora (y toda comunidad debe serlo) en la medida en que permite (y ayuda) a cada uno de sus miembros a crecer en la fidelidad al Señor según el cari– sma del instituto... Consciente de su responsabilidad en el seno de la co– munidad, cada uno se siente estimulado a crecer no sólo para sí mismo, sino para el bien de todos» 42 • Una segunda consecuencia podría definirse como llamada a la clari– dad y precisión, incluso a nivel de metodología práctica. Es imprescindible programar el proyecto educativo del religioso teniendo en cuenta las ca– racterísticas de las diversas etapas de la vida y de la progresiva inserción en el instituto según la normativa eclesiástica. Pero habrá que evitar el rie– sgo de desnaturalizar el concepto unívoco, desde el punto de vista diná– mico y evolutivo, de la formación integral del religioso durante toda su vida. Seguir reservando, por ejemplo, la «formación permanente» (conti– nua o continuada) para los religiosos «profesos perpetuos» 43 , puede ser 41 /bid., n. 29, 9. 42 /bid., n. 26 SS. 43 Cfr. [bid., n. 66 (título); SAGRADA CONGREGACIÓN PARA ws RELIGIOSOS

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