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La formación permanente 473 riza al carisma religioso. Desde esta perspectiva, análoga a la de la voca– ción, como indicaba antes, resulta fácil intuir ya que el vivir del religioso deba entenderse, en última instancia, como un reto de permanente fideli– dad a la llamada de Dios, es decir, de permanente tensión actualizadora del propio carisma. 3. FORMACION Y VIDA RELIGIOSA Una pregunta se impone: lqué significado tiene la tarea formativa en el proceso de realización del consagrado? Teniendo en cuenta el plantea– miento precedente sobre la identidad completa de la vocación y del caris– ma, es obvio que el problema de la formación en y para la vida religiosa tiene una perfecta analogía de fondo con la formación para construir la persona desde el punto de vista antropológico. La realidad dinámico-evo– lutiva de la vida consagrada, como se refleja en el binomio fundamental vocación-carisma, no es algo secundario o adjetivo en la serie de compo– nentes del ser del hombre religioso. Es un factor esencial e individuante. Por lo mismo, es lógico que desde esta plataforma radical y globalizante del consagrado se deba identificar el objetivo primario y genérico de su educación. Dicho, pues, brevemente: si la vocación y el carisma religiosos (la lla– mada a realizarse según una modalidad específica de ser cristiano) son una gracia, un don vital, un núcleo de capacidades evolutivas y creadoras que deben desarrollarse, ininterrumpidamente, de manera libre y gradual du– rante toda la vida, formar, educar es el nombre propio de toda ayuda especí– fica al desarrollo del consagrado en cuanto tal. El religioso crece y se realiza, como hombre y como consagrado, mediante la máxima fidelidad a lo que es él mismo, sea a nivel de persona que de persona con vocación, una voca– ción siempre concreta, es decir, encamada en un determinado carisma. Ambos procesos de crecimiento y realización tienen profundas implicacio– nes íntimas, sobre todo en el campo psicodinámico, y consisten sustancial– mente en un proyecto de acompañamiento educativo para actuar y poner al día todas las virtualidades «naturales» y «vocacionales» del sujeto. Man– tener viva, actualizada y fértil la respuesta a la gracia de la «llamada conti– nua» de parte de Dios es el objetivo radical y globalizante del proyecto for– mativo del religioso. La formación religiosa promueve el desarrollo de la vida de consagra– ción al Señor durante todo el arco de la vida del «llamado». La formación no se consigue toda de una vez. El trayecto que media entre la inicial y la postrera - del prenoviciado hasta los años del ocaso - se di-
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