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La formación permanente 471 cristiana. Por obra del fundador y de sus seguidores, ese proyecto toma cuerpo en torno a un núcleo de valores y de objetivos especiales, seleccio– nados a partir del impacto peculiar del Cristo del Evangelio en sus vidas y de las propuestas de servicio al hombre y a la Iglesia que les llegan me– diante ciertos signos de los tiempos. En la comprensión y asimilación de esos «mensajes providenciales» entran muchos otros factores: la psicolo– gía, la preparación, la sensibilidad, las experiencias vividas, las circunstan– cias socio-culturales y eclesiales, los planes específicos del Señor, etc.. Todo eso concurre a dar una fisonomía característica - con naturaleza, índole, espiritualidad y fin propios - que puede considerarse el carisma específico del instituto o de una determinada forma de vida consagrada. Así pues, la palabra carisma cobija los valores sustanciales encarnados en el espíritu, en el propósito, en las intuiciones e intenciones evangélicas del fundador, que éste transmite a sus discípulos - a través de su ejemplo y de ciertas lí– neas maestras de vida - para ser testimoniados y concretizados ulterior– mente mediante una fidelidad dinámica a las experiencias del Espíritu y al paso de los si~s de los tiempos, que cambian. Ahora bien, ese haz de valores de un carisma - clave global de inter– pretación de toda la experiencia, de la praxis de los consejos evangélicos, de la propia espiritualidad, vida comunitaria, formación, organización y misión apostólica caracteríscas de un instituto religioso - supone un in– menso caudal de energías llamadas a desarrollarse dinámicamente sin so– lución de continuidad. Los fundadores no traspasan a sus hijos espirituales un patrimonio de bienes para ser conservados como un tesoro precioso in– tocable, como un depósito de haberes cristalizado, con la falsa persuasión de que toda evolución posterior es un abandono parcial y una decadencia. Los fundadores son bien conscientes de traspasar un germen de vida, que tiene que incrementarse y florecer siempre, al ritmo del cambio de los tiempos, según las leyes de una «acomodada renovación» es decir, bien afincado en la tierra virgen del ideal evangélico original y pronto a respon– der, con vigor e inventiva, a las llamadas del Espíritu en el «ahora» siempre nuevo de la historia 31 • 31 Cfr. Franz EHRLE, Die Spiritualen, ihr Verhiiltniss zum Franciscanerorden und zu den Fratricellen, en «Archiv für Litteratur. und Kirchengeschichte des Mittelal– ters», Herausgegeben von P. Heinrich DENIFLE, und Franz EHRLE, Berlin 1887, p. 558 ss.; Perfectae caritatis, 2; SAGRADA CoNGREGACIÓN PARA LOS RELIGIOSOS E IN– STITUTOS SECULARES - SAGRADA CoNGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Mutuae relatio– nes, sobre las relaciones entre los obispos y los religiosos en la Iglesia, 14 de mayo de 1978, n. 11, 12, 19, 23, f.
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