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470 Francisco Iglesias En segundo lugar, la dimensión dinámica y evolutiva de la gracia de los diversos carismas de vida consagrada. Se ha dicho que «difícilmente se encontrará, hoy, un estudio teológico completo sobre la vocación» 28 • Creo que se podría decir otro tanto a pro– pósito del carisma de la vida religiosa; aunque se lleve escrito bastante. En parte por la deficiente profundidad y un cierto género literario con que se ha abordado no pocas veces el tema de los carismas en la Iglesia; y en parte también por el evidente y prolongado recelo que ha encontrado, sobre todo en significativos estamentos eclesiásticos, incluso la palabra «caris– ma». No es ahora el momento para entrar a dirimir cuestiones sobre este tema, a comenzar por problemas de lenguaje, dada la sensible confusión y arbitrariedad reinantes. De acuerdo con lo que nos interesa en nuestro caso, me limitaré a dar por válida una idea descriptiva y general2 9 • El hecho de los carismas, como fenómeno y dimensión eclesial, es tan antiguo como la historia de la Iglesia. Como dice el Instrumentum laboris del Sínodo sobre la vida consagrada, «todo carisma tiene una referencia necesaria al Espíritu Santo». Pertenece al dinamismo del Espíritu Santo repartir dones (carismas), incluso especiales, para la renovación y una mayor edificación de la Iglesia 30 • La dimensión carismática es un elemento constitutivo del Cuerpo místico de Cristo. La identificación de la vida consagrada como una modalidad carismá– tica de la experiencia cristiana en la Iglesia es más bien reciente. La razón de ser de toda vida religiosa está en el seguimiento de Jesús, como se pro– pone en el Evangelio, mediante un esquema existencial propio dentro del único estado cristiano. Los fundadores, los consagrados y sus institutos quieren expresar en la vida un aspecto específico del misterio de Cristo y de la Iglesia. Todo comienza con la lectura propia, más o menos original, que el fundador hace de ciertos rasgos de la vida de Jesús y de su mensaje evangélico, que le inducen a cristalizados en un proyecto particular de vida 28 Luis GoNzALEZ QUEVEDO, Vocación, l. c., p. 1849. 29 Cfr. Antonio ROMERO, Carisma, en «Diccionario teológico de la vida con– sagrada», l. c., p. 142 ss.; Víctor CoDINA, Teología de la vida religiosa, (Biblioteca «Razón y Fe» de Teología - 17), Madrid 1968, p. 187 ss.; Albert VANHOYE, Carisma, en «Diccionario de teología fundamental», Madrid 1992, p. 183 ss.; S!NODO DE LOS OBISPOS, IX Asamblea General Ordinaria, La vida consagrada y su función en la Iglesia y en el mundo, Instrumentum laboris, Ciudad del Vaticano 1994, n. 41 ss. Ver supra nota 24. 30 Cfr. SINODO DE LOS OBISPOS, IX Asamblea General Ordinaria, l. c., n. 41 ss.; 11.

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