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466 Francisco Iglesias determinado carisma de vida consagrada. Dos cosas - vocación y carisma - íntimamente ligadas entre sí, que constituyen la estructura radical y glo– balizadora del consagrado y que piden un tratamiento conjunto; y con más razón, si cabe, en la perspectiva de estas notas. Hablando con propiedad, ni la vocación ni los carismas de la vida con– sagrada existen en abstracto; como tampoco existe en abstracto la vida re– ligiosa. Existen hombres y mujeres concretos, «llamados» por su propio nombre para autorrealizarse viviendo, según una «modalidad existencial particular», la propuesta evangélica de Jesús a todos sus discípulos. Desde el punto de vista bíblico-teológico no hay más que un solo estado cristiano de vida. Supuesta la vocación religiosa (la llamada), esta se cristaliza vital– mente en un carisma determinado (la modalidad particular de la respues– ta). No es este el momento de extenderme expresamente en reflexiones sobre la vocación y el carisma. No vendría al caso y existen al respecto abundantes estudios 24 • No existen dos vocaciones ni dos carismas de vida consagrada completamente idénticos; como no existen dos realidades an– tropológicas concretas iguales. Pero no me interesa ahora analizar las cosas a nivel meramente empírico y casuístico, valga la expresión. Mi pro– pósito es poner de relieve una característica importante de la vocación y del carisma, demasiado silenciada tradicionalmente, en un intento de aproximación a una identidad «completa» de ambas realidades. Ahora bien, esa característica casi «olvidada» se identifica, dicho bre– vemente, con la dimensión dinámica y evolutiva de la gracia de la vocación y de la gracia de los diversos carismas de vida consagrada. La historia del «des– cubrimiento», relativamente actual, de esta vertiente de la gracia especí– fica del religioso tiene un aleccionador y explicable paralelismo con la his– toria de la llamada antropología dinámica. Es bien sabido que en la cultura de la Iglesia han estado presentes, durante siglos, ciertos principios filosó– fico-teológicos de índole estática, apersona!, cosificante, sea en el campo genérico de la antropología que en el de la gracia. Esto llevó a privilegiar 24 Cfr. Juan Manuel LoZANo, La seque/a di Cristo. Teología storico-sistematica della vita religiosa, Milano 1981, p. 344 ss.; Lucas GUTIÉRREZ VEGA, Teología siste– mática de la vida religiosa, Madrid 1979 2 , p. 185 ss.; P.-R. RÉGAMEY, Carismi, en «Dizionario degli Istituti di Perfezione», II, Roma 1975, col. 239 ss.; M. ÜLPHE-GAIL– IARD, Le charisme des fondateurs religieux, en «Vie consacrée» 39 (1967) 338-352; M. DELABROYE, La vocazione, en AA.VV. , Per una presenza viva dei reli– giosi nella Chiesa e ne! mondo, Torino 19702, p. 145 ss.

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