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460 Francisco Iglesias - Otra consecuencia de la formación permanente - tal vez la más importante y comprometedora - es el cambio que comporta la idea de educación como ayuda continua al desarrollo del potencial único que cada hombre es. Si el ser humano es un proceso, una tensión dinámica hacia lo– gros de realización personalizada, mediante conquistas parciales y relati– vas de autonomía y maduración, lo más decisivo y característico de la tarea educativa no es tanto enriquecer al individuo equipándole con un cierto tipo de bienes (valores, saberes, competencias) cuanto prepararlo para que él, por sí mismo, aprenda a aprender, es decir, aprenda a ser convirtiéndose lo más posible en protagonista de su propio crecimiento. En este sentido puede decirse que educar para construir personas que sean dueños y auto– res de su propio progreso supera cualitativamente una gran parte de sis– temas didácticos tradicionales y acredita la llamada autodidaxia, en espe– cial la autodidaxia asistida, como la «orientación madre» de las ciencias de la educación del futuro. «La noción de la adquisición en la edad juvenil de un bagaje intelec– tual o técnico suficiente para toda la existencia está pasada de moda. Es un axioma fundamental de la educación tradicional que se derrumba. lNo ha llegado el momento de exigir algo muy distinto a lo.s sistemas educativos? Aprender a vivir; aprender a aprender, de forma que se puedan ir adqui– riendo nuevos conocimientos a lo largo de toda una vida; aprender a pen– sar de forma libre y crítica; aprender a amar el mundo y a hacerlo más hu– mano; aprender a realizarse en y mediante el trabajo creador... El hecho es que, con la óptica de la educación permanente y en el presente estado del saber humano, cada vez constituye un abuso mayor del término dar al en– señante el nombre de maestro, cualquiera que sea el sentido que se le dé a la palabra en sus múltiples acepciones. Está claro que los enseñantes tie– nen cada vez menos como tarea única el inculcar conocimientos, y cada vez más el papel de despertar el pensamiento. El enseñante, al lado de sus ta– reas tradicionales, está llamado a convertirse cada día más en un conse– jero, un interlocutor; más bien la persona que ayuda a buscar en común los argumentos contradictorios, que la que posee las verdades prefabricadas; deberá dedicar más tiempo y energías a las actividades productivas y crea– doras: interacción, discusión, animación, comprensión y estímulo» 18 • El nente, en AA.VV ., La formazione permanente interpella gli istituti religios~ l. c., p. 150 ss.; Erich FROMM, El miedo a la libertad, Barcelona 1984 9 , p. 371 ss. 18 AA.VV. , Aprender a ser, l. c., p. 132, 142, 294 etc.; cfr. Pietro BROCARDO,

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