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La formación permanente 459 han adquirido en las actuales planificaciones educativas. Que los dos con– ceptos se integren - hasta el punto de poderse decir que la formación permanente es la clave de arco de la Ciudad educativa - es una prueba más para confirmar la idea de que la primera escuela de formación conti– nua es el propio contexto, la red de incentivos que implica el tejido fami– liar, social, profesional y comunitario. Lo que equivale a decir, en síntesis, que el nuevo perfil antropológico-educativo del hombre plantea la tarea formativa a partir de «las dimensiones de la existencia vivida» 15 Con una cierta inspiración en conocidas tesis orteguianas, cabría afirmar que si vivir es, sobre todo, experimentar la vida y nuestra vida es lo que somos, lo que hacemos y lo que nos pasa conviviendo con una circunstancia, el arte de la verdadera autorrealización empieza a aprenderse y continúa enriquecién– dose - antes de nada - dentro de los horizontes de la propia existencia bien vivida 1 6 • No se quiere apuntar con esto que haya que contraponer - y mucho menos como alternativas el tipo de formación formal, clásica, y el infor– mal, extraescolar, a cielo abierto, en el aula de la vida. Se trata de ampliar debidamente los horizontes educativos, de hacer hincapié en la relevancia que tiene para el crecimiento humano el propio entorno vital y de señalar las ventajas de un sistema abierto y complejo, que saque la máxima partida posible de la función interactiva e integradora de esos dos tipos de forma– ción. La filosofía de fondo de este nuevo modo de concebir la educación - a base de una auténtica «formación permanente» - se cimenta sobre el nuevo modo de entender las íntimas relaciones que existen en el proyecto– hombre entre éste y la propia familia, el medio ambiente, la cultura y la vida. Tal vez deba hablarse aún de la utopía de la «comunidad educadora» del futuro, pensando en una sociedad en la que todos - ciudadanos, gru– pos, asociaciones y cuerpos intermedios - asuman las responsabilidades de la educación, sin delegar cómodamente este servicio a una estructura única, vertical y jerárquica, como cuerpo separado de la sociedad. Pero es indudable, a mi juicio, que esa «utopía» equivale a algo más que un sueño y que responde perfectamente a una consecuencia o dimensión esencial de la formación permanente (formación en, a través de y para toda la vida): la integración dinámica de todos los esfuerzos educativos en una sociedad donde todos sus miembros sean, de algún modo y al mismo tiempo, forma– dores y formandos 17 • 15 Jbid., l. c., donde se recoge la cita de Plutarco. 16 Cfr. José ORTEGA Y GASSET, ¿Qué es filosofía?, l. c., p. 407 ss. 17 Cfr. Pietro BROCARDO, Vita religiosa in prospettiva di formazione perma-

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